El poblamiento de América es el proceso
de diseminación de la especie
humana en el continente americano. Los estudios científicos
corroboran que los seres humanos no son originarios de América, y está claro que
fue poblada por humanos provenientes de otros lugares. La evidencia paleoantropológica apoya
la hipótesis de que los primeros pobladores llegaron a América procedentes
de Siberia, el
extremo noreste de Asia.
Desde el punto de vista de la teoría del
poblamiento tardío, los paleoamericanos entraron
en el continente durante la última glaciación, cuando fue posible el paso hacia
el Nuevo Mundo a través de Beringia (el
istmo que actualmente está ocupado por el estrecho de
Behring). Esto sucedió entre 14 000 y 13 000 años a. C. Por otro lado,
la teoría del
poblamiento temprano afirma que los humanos llegaron a América
mucho antes, y está basada en el descubrimiento de restos cuya datación por
carbono 14 da una antigüedad mayor que 14 000 años a. C. A la
investigación paleoantropológica se suma la información genética, que ha servido
para reforzar algunas conjeturas sobre el origen de los americanos. Se estima
que la mayor parte de los indígenas americanos son descendientes de un grupo
proveniente del noreste o del oriente de Asia. Los pueblos de habla na-dené son
descendientes de una segunda ola migratoria que se estableció en el norte de
América, mientras que los esquimales llegaron
al continente en un flujo migratorio más reciente.1
Después de que los paleoamericanos entrasen en el continente, el paso de
Beringia fue cubierto nuevamente por el mar, de modo que quedaron aislados por
tierra del resto de la humanidad. Salvo la ininterrumpida comunicación
entre esquimales y paleoesquimales de Alaska y Siberia y el caso de
unos breves asentamientos
vikingos en América, en la costa de Canadá y Groenlandia, no hay
pruebas concluyentes que respalden un contacto transoceánico entre la América
precolombina y el resto del mundo. Y llegaron desde Asia Tras el contacto
colombino se plantearon variadas conjeturas para explicar el origen de los
indígenas americanos, por ejemplo, recurriendo al mito de la Atlántida o de
las tribus
perdidas de Israel. El avance de la investigación científica
permitió demostrar que no había relación material entre el origen de los
amerindios y esas creencias, por lo que esas antiguas hipótesis quedaron
descartadas.
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