En Centroamérica, los años inmediatamente anteriores a su independencia se caracterizaron por la debilidad gubernamental y las disensiones internas. La economía había sufrido una grave depresión a partir de 1795, causada por la caída de los precios del índigo, principal exportación del istmo. La falta de ingresos provenientes de los impuestos a la industria exportadora, hecho que afectó también la importación de productos financiados por ésta, provocó una seria crisis financiera a la Capitanía General. Además, los cambios administrativos derivados de las Reformas Borbónicas y, más tarde, de la Constitución de Cádizagudizaron las diferencias entre ciudades rivales (San Vicente y San Salvador, Tegucigalpa y Comayagua, Granada y León, Cartago y San José, Ciudad Real y Tuxtla), y ahondaron el ya existente regionalismo.
Es por esto que la lucha mexicana de independencia se siguió minuciosamente por algunas de las diputaciones provinciales centroamericanas. Cuando se declaró el Plan de Iguala, el 21 de febrero de 1821, los ánimos previos de emancipación en Centroamérica estallaron.
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